«El espíritu es el que da vida, la carne no sirve para nada», san Juan c.6.
Aquí tienen para su consideración dos parábolas sobre el compuesto de alma y cuerpo, pensando su ahora y el después, el tiempo intermedio y su destino último, del infinito valor de ambos, cuerpo y alma, mas como solo el alma permanece.
+ Aunque el bello frasco que la contiene fuera el más exquisito y selecto, si quedara vacío le faltará su aroma escogida, su esencia. Si acabara roto, pronto será no más que nada. Así el ALMA fuera del cuerpo si se derrama, ofrecerá a cambio todas sus cualidades y su belleza, libre ya y señora, sin más límite ni apretura.
+ Aun cuando su estuche fuera el más fino y noble, sus adornos únicos, para la más linda y valiosa joya, si quedara sin nada, nada será sin su tesoro. Se verá el ALMA resplandeciente y desprotegida, libre de su antiguo cuerpo, brillará por sí misma, divina, fuera de la morada donde un tiempo se ocultó.
¿Será la intuición del pensador creyente, o el sueño de un poeta o un idealista? Tal vez la realidad se asemeje algo a su idea, no lejos de su sueño.