– En estos días urgen el esfuerzo por la paz y el diálogo, el silencio y la indignación de muchos por tanta violencia. Paz y bien para todos.
– Un apunte sobre la fe y la oración. El testimonio de José A. Pagola en un escrito me movió a retomar y comentar sus palabras.
– Me encontré con una persona que tras su crisis religiosa, buscó de nuevo a Dios. Tras conversar, me confesó que quería rezar, que tenía abandonada la práctica religiosa. Olvidó el Padrenuestro, no recordaba otra oración. De pronto, el rostro se le iluminó ¡Tal vez, el Avemaría! Mientras la rezamos vi que de sus ojos se desprendían dos lágrimas de alegría y emoción.
:: Las buenas oraciones serán pequeñas y humildes, afectuosas. No serán necesarias palabras complicadas ni frases sublimes. Lo importante es la fe con que se digan y la relación que entablan.
:: María, la madre de Jesús de Nazaret, mujer creyente, fue protección maternal, compañía en las penas, en la enfermedad o la soledad, como ‘en la hora de nuestra muerte’, siempre desconocida pero más cercana.
Recuerden, lo primero que María escuchó del Mensajero divino fue una invitación a la alegría: ¡Alégrate!. En este tiempo de dificultades cuidaremos de no perder la alegría, rostro de la paz interior y compañera del buen amor. Sin alegría, la vida será más oscura y difícil.
Vean aquí el ejemplo de 9 oraciones escogidas, de alabanza, súplica, de confianza y amistad.