Apuntes de evangelio sobre curaciones de Jesús de Nazaret. Las personas se acercaron pidiendo su ayuda por sufrir males que siempre aquejaron a la humanidad, males físicos y de todo tipo.
Tal vez el peor mal de todos ellos sea el desespero, o el rechazo del incurable, ‘Nada que hacer, Dios te castigó’.
Una desagradable maldición que nunca deberemos decir ni pensar. Lo incurable fue cambiando en cada época. ¿Qué hacer? Acompañar, aliviar, esperar.
– Jesús se sintió llamado por Dios a defender y acoger a los que viven excluidos y humillados. Su fama despertó la esperanza. Todo pareció de pronto posible, la gente sencilla confió.
Me referiré al caso de la mujer del evangelio con una carga imposible, la llamada ‘Hemorroísa’, que no dudó en tocar el manto de Jesús y quedó al instante curada. Sus heridas recibieron el bálsamo del amor de Dios, tuvo fe y recuperó la dignidad perdida.
– El texto que verán será invitación para acercarnos, deseando que la palabra y caricia del Señor curen asimismo nuestras heridas interiores y rehabiliten la esperanza. A cambio nos pedirá imitarle, que nosotros curemos heridas, que seamos apoyo y compañía si nos necesitan.
Cosas que duelen
Duelen las heridas que no dejan de sangrar.
Duelen las vidas arrebatadas por egoísmo o ceguera.
Duele la falta de preguntas de quien no busca nada.
Y la falta de respuestas de quien se estrella contra el muro de la duda.
Duele la soledad, a tantas personas que solo tienen sed de amor.
Duele el hambre, que a muchos estremece.
Duele la fe, cuando es batalla sin tregua.
Duelen los insultos de quienes son incapaces de dialogar.
Duelen las palabras dichas desde la distancia, la frialdad o el desprecio.
Duelen los muros que rompen la tierra.
Y ante todo eso, nos volvemos a ti Jesús para que toques nuestro dolor.
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-Imagen: Picasso, Femme aux bras croisés, 1902.
-Evangelio de La hemorroísa, san Marcos c.5
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Serrat canta «Las tres heridas», poema de Miguel Hernández.
Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.
Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.
Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.
* Será uno de los poemas más reconocidos de su composición ‘Cancionero y romancero de ausencias’ (1941), que Miguel Hernández escribió en la cárcel.