# Soñar en el consciente será dejar volar la imaginación, como ‘soñar despierto’, proyectando futuro o recuperando el pasado. Los sueños aparentan ser irreales, sin embargo están llenos de vida y de realidad, también de miedos e ilusiones.
“La realidad está equivocada, solo los sueños son reales” (Tupac Shakur)
En el inconsciente será precisa ayuda para descifrar el sentido de los sueños, pero no buscan confundir sino vivir con más acierto y libertad. A los sueños llegó lo vivido disfrazado, temores y deseos, modo arbitrario pero más libre, nuestro imaginario interior y sus fantasmas.
# En la Biblia los sueños serán preludio de una ‘profecía’, anuncio o aviso divino de un tema difícil para una tarea grande. Fue el caso de JOSÉ de Nazaret, esposo de santa María y padre de JESÚS el Mesías.
– El ángel le dijo en sueños a José: No temas llevar contigo a María tu mujer, pues el hijo que hay en ella viene del Espíritu santo.
– José rezó así: ‘Señor, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, no me dejes caer en la tentación’.
Por la pasada Navidad leí algo de los sueños de san José, por la difícil tarea de acompañar a la madre y al hijo, mensajeros de la gran noticia: Dios decidió hacerse hombre en Jesús para restaurar lo humano deteriorado por el pecado.
# Los sueños fueron el modo de comunicación entre Dios y el joven José, desorientado, mas deseando facilitar. Dejó toda resistencia, atento a los deseos de Dios.
- José fue hombre justo, trabajador humilde, enamorado de María. Al ver que espera un hijo, pensó hacerse a un lado, mas Dios le comunicó su voluntad, lo necesita.
- José aceptó la misión de colaborar, acompañó el crecimiento del Hijo de Dios, en silencio, en segundo plano, sin cuestionar, sin hablar de más. Libre, decidido, disponible.
- Buscó un lugar para Jesús, le dio un nombre, lo cuidó y enseñó el oficio. Nunca se apropió de su hijo, en silencio lo dejó crecer.
Los sueños serán ocasión para hallar indefensos la verdad. Dios también nos hablará entre sueños buscando nuestro bien, resultará paz y alegría. Abiertos al mañana, confiados a pesar de las dificultades, soñaremos cada día un futuro más justo y fraterno, más divino.
(Verán el tema también en nuestra entrada «El padre de Cristo»)