Traigo hoy aquí una oración que el religioso y científico francés Pierre Teilhard de Chardin escribió en su madurez, un texto cargado de realismo y de confianza. Verán un ejemplo de apuesta fuerte del creyente por poner en las manos de Dios la vida toda y su después, con sus incertidumbres y fragilidades:
” Cuando los signos de la edad marquen mi cuerpo, más aún cuando afecten a mi mente; cuando la enfermedad que vaya a disminuirme o a causarme la muerte me golpee desde fuera o nazca en mi interior;
– cuando llegue el momento de tomar conciencia de que estoy enfermo o envejeciendo; cuando sienta que pierdo el control de mí mismo, inerte en manos de las grandes fuerzas desconocidas que me han formado;
– en esos oscuros momentos, oh Dios, que mi fe sea lo bastante fuerte, que yo comprenda que eres tú quien está separando cada una de las fibras de mi ser, para penetrar hasta la médula misma de mi esencia y llevarme contigo.”
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-Imagen: Albrecht Dürer, Study of an Apostle’s Hands, Praying Hands, c.1508.
-Vean también su oración “Te necesito Señor”.
También el creyente sentirá dudas y temores en la vida y ante la muerte. Así se percibe en este ‘Padre nuestro’ que releo en el post “La oración de Cristo”.
Padre nuestro, padre de todos, padre del cielo,
tú quieres sólo nuestro bien,
cúmplase tu voluntad, tus mejores deseos, tu reino,
que todos te conozcan, te quieran y bendigan.
Que de la casa no me aleje ni me pierda, sálvame señor,
no dejes que de tu bondad dude ni desconfíe,
que no caiga en la red del tentador.
Da a todos cada día su alimento,
que perdonemos siempre como tú nos perdonas,
de la noche del mal líbranos y de la muerte en sombras,
danos de tu vida cada día y de tu aliento.
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