Vean unos fragmentos de la conocida oración de san Anselmo de Canterbury en su esfuerzo por comprender a Dios, algo difícil según los entendidos. Este monje filósofo, italiano de origen (+1109), defendió la posibilidad del intelecto para llegar a la fe.
Un buen comienzo será el encuentro personal, el deseo y la súplica:
«Deja tus ocupaciones habituales, lejos del ruido de pensamientos y preocupaciones. Dedica un rato a Dios, descansa en su presencia.
. . Busco tu rostro, Señor, ¿Cómo no descubro tu presencia? Nunca te vi, Señor, Dios mío, no conozco tu rostro.
. . Estás muy lejos, tu morada es inaccesible. Deseoso de encontrarte, suspiro día y noche por ti.
. . Tú me creaste y aún no te conozco. Me creaste para verte. No puedo encontrarte si tú no te manifiestas.
. . Buscando te desearé, amando te hallaré y hallándote te amaré».
* En la imagen vemos maravillosa «La creación de Adán», 1511, Miguel Ángel Buonarroti, Capilla Sixtina, Roma. El artista pudo inspirarse en el himno medieval ‘Veni creator’:
«Ven, Espíritu creador. Tú, dedo de la diestra del Padre, pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra, enciende con tu luz nuestros sentidos, infunde tu amor en nuestros corazones.»
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Escuchen este diálogo del film “El Tormento y el éxtasis”, Carol Reed, 1965. El Papa Julio II a Miguel Ángel, en la bóveda de la Sixtina, mirando el rostro de Dios Creador:
– Dime, hijo mío, ¿es así como tú lo ves, ni airado ni vengativo, sino así, fuerte, bondadoso, lleno de amor?
– Sí, Santo Padre, Él conoce la ira, pero la creación es un acto de amor.
– Si puedes imaginarlo así, Miguel Ángel, tú tienes lo que yo más necesito.