Será tiempo de proseguir las reflexiones y súplicas de Nicodemo, rescatadas del olvido y puestas aquí en estilo apretado. Quiso agradecer a Jesús la capacidad nueva de amar que nota en los discípulos y en sí mismo, antes cobardes y retraídos, ahora valientes y decididos. Nacer de nuevo sí es posible, gracias a ese amor llegado de lo alto que ha rejuvenecido su corazón. Se adivina un modo nuevo de vivir. Todos querrán imitar literalmente la entrega en cruz del Maestro. Durante un buen número de años y en muchos lugares, muchos seguidores y seguidoras del Galileo serán perseguidos y amenazados de muerte, algunos cruelmente maltratados y sacrificados por causa de Jesús y del nuevo camino, y por denunciar la corrupción religiosa y política de su tiempo.
JESÚS AMA SIEMPRE
«Los discípulos supieron pronto que los dirigentes habían acordado quitar de en medio a Jesús de Nazaret. Judas no fue sino excusa y trampa, pobre discípulo que fue sin duda el primer arrepentido y el primer redimido, en ese momento el último de todos y el más necesitado. Jesús bajó hasta los infiernos, según una antigua tradición, para rescatar a los hijos de Dios expectantes, perdidos, desesperados, entre tanta sombra de muerte. Allá Jesús besó a JUDAS, allá lo tomó de la mano y cargó sobre su espalda, llevándolo al reino de la luz y de la vida. No pudo ser de otro modo para los que conocieron bien al Maestro, como el mismo Judas. «Tan pronto como Judas salió, Jesús dijo: Ahora ha sido glorificado el hijo del hombre y Dios en él. Hijos míos, voy a estar ya muy poco tiempo con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros, así como yo los he amado». No resultará fácil en lo concreto AMAR a todos sin distinción ni discriminación, incluyendo a los que nos desprecian. Señor, el nivel de amor que tú nos dejaste es muy alto y exigente. Tú sabes cuánto nos costó perdonar a Judas. El joven discípulo Juan se resistió impaciente a perdonar. Solo pudo recuperar la paz cuando oyó en su interior tus mismas palabras: ¡Amen a todos, como yo los amé! Su deseo primero fue salir ya para abrazar a Judas. En verdad Judas solo encontró la paz junto a ti en el paraíso, gozoso y recuperado. Conociéndote, ya nadie pudo dudar. Qué pensar y qué hacer de cuantos te despreciaron y maltrataron con tanta crueldad, y de aquellos que hacen ahora la vida imposible a muchos valientes seguidores y seguidoras tuyos. Esta será mi súplica: Jesús, dame a entender que tú me acoges, me amas y me perdonas, para que yo ame, acoja y perdone como tú. Juan el joven discípulo contó de tu modo de ser, que tu amor fue ‘ciego’, pues que solo veías al niño bueno que todos llevamos dentro, fue ciego tu amor porque solo atendió a razones para amar más, que no viste más que el bien olvidando el mal de cada uno. Enséñame, Señor, un amor que no falle nunca. Supimos que el manantial inagotable de donde tú sacas tanto amor es el PADRE. Juan explicó que tú les hablaste siempre del Padre con mucho calor y confianza, les confesaste que el Padre te llenaba continuamente de amor y de atenciones, que estar con Él al atardecer apartaba todos tus temores, y que al amanecer ponía en tu corazón un afán infinito por darte del todo a todos. Cuando los discípulos te veían conmovido hasta las lágrimas por el dolor o la pena de alguna persona, comentaban: ‘Es el Padre’. El viejo Nicodemo nacerá de nuevo si puede imitarte amando sin fin a todos por igual. Adiós, Señor, hasta otro día.»