Bendiciones, nuevo año

«El Señor habló a Moisés, le dio la fórmula para bendecir a su Pueblo:
. . El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor.
. . El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz.
Invocarán mi nombre y yo los bendeciré». (Los Números c.6)

Bendición significa «buenos deseos». Dios desea el bien para sus hijos, los bendice y acompaña, está con nosotros. Decir ‘el Señor te bendiga’ expresará el mejor deseo; lo contrario será maldecir, muy temido.

«Algunos se complacen en la mentira:
con la boca bendicen,
con el corazón maldicen», salmo 61.

Resumiré para los lectores una bendición sincera, por el comienzo del año, un tiempo de bienvenida para desear felicidad, paz verdadera y el mejor amor:

En el Nuevo Año. . .

+ Que tu mirada gane en hondura y detalle, que veas tu propio viaje con la humanidad como un viaje en paz y esperanza.
+ Que des la bienvenida con una sonrisa a todas las personas que estrechen tu mano: manos extendidas formando redes de solidaridad.
+ Que sea tuyo el regalo de todas las cosas creadas; que sepas disfrutarlas a todas horas, en la responsabilidad de cuidar la tierra entera.
+ Que el manantial de la ternura y la compasión mane sin cesar dentro de ti, noche y día.
+ Que despiertes cada mañana con serenidad y con brío, la acción de gracias en tus labios y en tu corazón, pues todo es gracia, todo es don.
+ Que tu espíritu esté abierto y alerta para descubrir el querer de Dios en todo momento; y que tu oración sea encuentro de vida y de sabiduría.
+ Que la bendición de Dios, tu roca y consuelo, descienda sobre ti y te guarde de todo mal por siempre.

– ¡Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a las personas buenas! Te bendecimos y damos gracias.
– Instrumentos de paz: donde haya muerte pongamos vida, donde haya dolor consuelo, donde haya odio pongamos amor.

Les recordaré esta oración, buscando la paz verdadera:

«Señor Jesús, dame la PAZ, tu paz será mi descanso. Tú eres mi paz, tu amistad y compañía. Si tengo tu paz, si te tengo a ti, nada temo, porque tú vas conmigo. Brisa ligera que serena, agua fresca que calma mi sed, voz que apacigua las tormentas. Tu paz es amor que abraza y reconforta, que perdona y siempre disculpa. Ven señor Jesús, nuestra paz.»

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