Cuando yo me muera,
enterradme con mi guitarra
bajo la arena.
# Recordaremos que Federico García Lorca fue ejecutado hará 80 años, la madrugada del 18 de agosto de 1936, en los barrancos entre Viznar y Alfacar, en la Vega de Granada.
Nos hablaron de don Antonio Machado, que junto a otras lecturas, llevó a García Lorca en su adolescencia a buscar en las palabras un modo más adecuado que la música para tratar sus cosas y sus sueños.
En 1916 conoció Federico a Machado en Baeza. Importante encuentro en sus comienzos como joven escritor, buscando en los autores ayuda para comprender el mundo y comprenderse a sí mismo.
# Vean de Lorca estos versos de ‘La Gacela de la muerte oscura’:
Quiero dormir un rato,
un rato, un minuto, un siglo;
pero que todos sepan que no he muerto;
que haya un establo de oro en mis labios;
que soy un pequeño amigo del viento Oeste;
que soy la sombra inmensa de mis lágrimas.
Porque quiero dormir el sueño de las manzanas
para aprender un llanto que me limpie de tierra;
porque quiero vivir con aquel niño oscuro
que quería cortarse el corazón en alta mar.
Diván del Tamarit, 1936.
# Así fue la presentación de García Lorca en la web //Poemas del alma:
«Este poeta español, miembro de la Generación del 27, es el mayor referente de la literatura española del siglo XX. También sus obras de teatro, Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba. Fue asesinado en Granada durante la Guerra Civil Española, por su condición de republicano y homosexual.»
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Será un buen logar y momento para gustar estos versos de Antonio Machado, su elegía al poeta de Granada:
El crimen fue en Granada: a Federico García Lorca
1. El crimen
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—
… Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.
2. El poeta y la muerte
Se le vio caminar solo con Ella,
sin miedo a su guadaña.
—Ya el sol en torre y torre, los martillos
en yunque— yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
«Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban…
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!»
3.
Se le vio caminar…
Labrad, amigos,
de piedra y sueño en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!
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