Los niños y el Reino de Dios

    «Los discípulos preguntaron a Jesús: ¿Quién es el más importante en el reino de los cielos? Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: Si no vuelven a ser como niños, no entrarán en el reino de los cielos» (s.Mateo c.18)

¿En qué puede un niño ser ejemplo a imitar por nosotros? ¿Será posible ‘nacer de nuevo’?

    = Los niños son alegres y soñadores de historias y fantasías
    = Con muchas preguntas, algunas de difícil respuesta
    = Se ve dependiente, necesitado, frágil e inseguro
    = Niños y niñas viven mal la soledad y la oscuridad
    = Adoran e imitan a sus padres, sus hermanos mayores y sus héroes
    = Gustan el cariño y buenas palabras, temen castigos y abandonos
    = Todo lo espera de los que ama, feliz con regalos y sorpresas.

Para creer en Dios como padre bueno y en Jesucristo como señor y amigo nuestro, para creer en el cielo y en el triunfo del amor, habremos de recuperar el niño frágil y soñador que llevamos dentro.

Así mientras los adultos discuten acalorados, los niños observan asustados, luego seguirán con sus juegos y sueños como si nada.

    – Por eso alguien pensó que el cielo será como un inmenso y rico ‘parque Infantil’ con diosecillos, duendes y princesitas, lleno de vida y felicidad, superhermoso, de mil colores, donde encontraremos los juguetes preferidos de nuestra infancia, con alegría y amistad infinitas, todo gratis, sin ningún obstáculo ni peligro.

Tal vez fuera también una intuición interesante representar a Dios como un niño, recuerden la película ‘Exodus’. El niño tiene siempre algo de imprevisto, no acabamos bien de saber qué quiere o qué dice ¡entenderán mejor los que son como ellos!
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Conocerán los versos de Miguel de Unamuno que fueron súplica por una ‘infancia espiritual’, pensando así al fin encontrar a Dios. Parece que cuando Unamuno murió, alguien encontró cerca esta oración:

    Agranda la puerta, Padre,
    porque no puedo pasar.
    La hiciste para los niños,
    y yo he crecido a mi pesar.
    Si no me agrandas la puerta,
    achícame por piedad;
    vuélveme a la edad bendita
    en que vivir es soñar.

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(1) Imagen: «Fais de la vie un rêve, et d’un rêve, une réalité». El principito, Antoine de Saint-Exupéry, se explicó así: – Yo sueño con cosas que nunca fueron y digo ¿por qué no?

(2) Por actualizar, vean el escrito para Navidad 2022, Dios se hizo niño, «La infancia de Dios».

(3) En comentario verán larga reflexión, con las citas del Evangelio sobre los niños y el reino de Dios.
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2 pensamientos en “Los niños y el Reino de Dios

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  2. LOS NIÑOS Y EL REINO DE DIOS
    Josep Boira, en Omnes, 2021.

    Los tres evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) recogen un breve episodio en el que unos niños son llevados a Jesús. Así lo relata Marcos: “Le presentaban unos niños para que los tomara en sus brazos; pero los discípulos les reñían. Al verlo Jesús se enfadó y les dijo: ‘Dejad que los niños vengan conmigo, y no se lo impidáis, porque de los que son como ellos es el Reino de Dios. En verdad os digo: quien no reciba el Reino de Dios como un niño no entrará en él’. Y abrazándolos, los bendecía imponiéndoles las manos” (Mc 10, 13-16). Otra escena muy parecida muestra a Jesús tomando a un niño y poniéndolo como ejemplo para sus discípulos, pues disputaban sobre quién era el mayor entre ellos: “Pues todo el que se humille como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos” (Mt 18, 4).

    No pocas veces aparecen los niños como protagonistas en el Evangelio. Son un ejemplo para “esta generación” incrédula, que se parece a los que no responden a la invitación a cantar de unos niños (cfr. Mt 11, 16-17; Lc 7, 32). La alabanza de los niños cuando Jesús entra en el Templo indigna a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, y Jesús sale en defensa de esa sincera y sencilla alabanza de los pequeños (cfr. Mt 11, 25), recordándoles las Escrituras: “¿No habéis leído nunca: ‘De la boca de los pequeños y de los niños de pecho te preparaste la alabanza’?” (Mt 21, 16; cfr. Sal 8, 2).

    También a los niños Jesús ha alimentado en la multiplicación de los panes y los peces (cfr. Mt 14, 21; 15, 38). Es el Maestro su más valiente defensor ante quien los maltrate, también con el mal ejemplo: “Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgasen al cuello una piedra de molino, de las que mueve un asno, y lo hundieran en el fondo del mar” (Mt 18, 6). En fin, Jesús exulta en acción de gracias, porque los pequeños son los destinatarios de la revelación de Dios Padre (cfr. Mt 11, 25).

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