Envejecer bien, orar con Teilhard de Chardin

Verán esta oración que el religioso y científico francés Pierre Teilhard de Chardin escribió en su madurez, texto realista lleno de confianza. La apuesta del creyente pondrá en manos de Dios la vida toda y su después, con sus fragilidades e incertidumbres:

«Cuando los signos de la edad marquen mi cuerpo o afecten a mi mente, y la enfermedad que me disminuya golpee en mi interior;
. . cuando tome conciencia de mi enfermedad y pierda el control de mí mismo, inerte en manos de las fuerzas desconocidas que me formaron;
. . en esos momentos oh Dios, que mi fe sea fuerte, que yo comprenda que eres tú quien está en cada fibra de mi ser, entrando hasta la médula de mi esencia para llevarme contigo.»

* Albrecht Dürer, Study of an Apostle’s Hands, Praying Hands, h.1508.

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Fue parecido el sentir del padre Pedro Arrupe, ya muy enfermo, al despedirse de sus compañeros jesuitas:

«Me siento hoy más que nunca en las manos del Señor. Toda mi vida, desde mi juventud, he deseado estar en las manos del Señor. Y todavía hoy es lo único que deseo. Hoy es el Señor mismo el que tiene toda la iniciativa. Os aseguro que saberme y sentirme totalmente en sus manos es una profunda experiencia.»

+ Pedro Arrupe falleció en Roma en 1991. Misionero en Japón de 1938 a 1965, testigo de la bomba atómica en Hiroshima.

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Les recordaré también estas palabras del Cardenal Carlo Martini (+2012), al ver cercano su final:

«La edad y la enfermedad me envían una señal: es hora de apartarse de las cosas de la Tierra para prepararme a la próxima llegada del Reino. El mismo Jesús dará respuesta a nuestros interrogantes personales.»

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Oración de ofrenda total, escrita por san Ignacio de Loyola en su libro ‘Ejercicios espirituales’, deseando corresponder a tanto bien recibido:

– Tomad. Señor, y recibid toda mi libertad,
mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad,
todo mi haber y poseer;
– Vos me lo disteis; a Vos, Señor, lo torno.
Todo es vuestro. disponed de todo
a vuestra voluntad; dadme vuestro amor y gracia
que esto me basta.

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Redes sociales, su meta

A propósito de un artículo de Diego de La Torre en el 120 aniversario del poeta peruano César Vallejo, me impactaron estas líneas tan duras de Iván Thays en su Blog, muy crítico con las redes sociales.

¿Quedará por calibrar la ‘cultura’ de la red y de las redes, su ética y estética, sus principios y sentimientos, su meta?

«El artículo (de Diego LT) ha resbalado en el fangoso estanque de las redes sociales, donde miles de pirañas esperan diariamente su ración de carne fresca para despedazarla a mordiscos («para la celebración mutua de la incompetencia», como dijo una escritora colombiana), y el autor ha terminado empalado por tweets y comentarios en el Facebook con insultos y descalificaciones sin argumentos. Muchos de esos indignados no han leído, ni leerán, una línea de Julio Ramón Ribeyro o de César Vallejo, pero la simple crítica contra algo que representa «lo peruano» es suficiente para encender antorchas y salir de cacería.»

– Ver nuestro post Comunicación y soledad.

Dime quién eres / Panero

– A José Puig, en memoria –

En el marco de una velada poética, alguien que primero escuchaba se levantó luego y con el corazón encendido sobrecogió a todos, por la verdad y calor de su poema. Que sobre Dios y otros temas, las creencias y las palabras no acaban nunca de decirlo todo: «Dime quién eres». La teología cederá el paso a la poesía y el rezo.

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«Ahora que la noche es tan pura,
y que no hay nadie más que tú,
dime quién eres.
Dime quién eres y por qué me visitas,
por qué bajas a mí que estoy tan necesitado
y por qué te separas sin decirme tu nombre.
Dime quién eres tú que andas sobre la nieve;
tú que, al tocar las estrellas, las haces palidecer de hermosura;
tú que mueves el mundo tan suavemente,
que parece que se me va a derramar el corazón.
Dime quién eres; ilumina quién eres;
dime quién soy también, y por qué la tristeza de ser hombre;
dímelo ahora que alzo hacia ti mi corazón,
tú que andas sobre la nieve.
Dímelo ahora que tiembla todo mi ser en libertad,
ahora que brota mi vida y te llamo como nunca.
Sostenme entre tus manos, sostenme en mi tristeza,
tú que andas sobre la nieve.»

–Leopoldo Panero Torbado (+1962).

Reflexión:

• Señor, en la noche limpia noto tu presencia, en el silencio percibo el acento de tu voz. El corazón sueña verte mejor y conocerte.
• Tú sabes que yo creo en ti, aunque no te sienta cercano. Te veo como alguien conocido y amado. Que reciban el aliento de mi súplica los que te buscan.
• Tú que andas por la nieve, la pureza de los cielos y los inocentes, dame la transparencia que quiero.
• Que yo camine en el día y en la noche por sendas de luz y de verdad pura. Ven, Señor. Alegría. Aleluya.

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Creer en Dios es difícil / el mal

# Es difícil creer en Dios de verdad, conviene purificar las ideas heredadas de Dios. Libre de prejuicios, buscarás lo que mejor llene tus expectativas.

Muchas de nuestras dudas nos pueden rescatar de una fe superficial, sin rostro, impersonal, y tal vez nos lleven a creer con amor en Jesucristo, misterio de Dios manifestado y núcleo de la fe cristiana.

vitral_dabit tibi Dominus in omnibus intellectum,2Tim 2,7Dicen que el Bautista dudó, y desde la prisión preguntó a Jesús de Nazaret: «¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?»

Su respuesta lo convenció: «Miren los pobres reciben mi mensaje, los ciegos ya ven, los paralizados se ponen en camino, se vieron libres los encadenados». Presentó una realidad renovada. Por ahí andará Dios, el Dios en el que Jesús cree.

# Recibí este testimonio que interpeló:

«En el Hospital donde trabajo tengo un colega médico que cuestiona si existe un ser supremo o un Dios que es amor, pues permite que niños inocentes sufran de enfermedades horribles como el cáncer.»

La propuse esta reflexión personal sobre un tema complejo:

-Será difícil convencer a alguien para que crea. Respetar si no creen en Dios ni lo desean. La fe algo muy personal y libre.
-La fe, misterio y don, luz que uno puede recibir o rechazar. Unos no sienten necesidad de creer, otras buscan, algunos encuentran.
-El mal de este mundo fue excusa de la razón para no creer. No culpar a Dios de nuestros males.
-El cristiano comparte el dolor, pide perdón, y trabajará por el bien. Mi egoísmo dañará a otras personas, o el deterioro de la misma biología.
-Importa creer que Dios es amor, es Padre que sufre con nosotros, y confía que quitemos sufrimientos, como usted hará en su hospital.

Un amigo me comentó que él a veces imaginó a Dios llorando por nuestros males, también sugiriendo soluciones, o bien acurrucado como un niño en el rincón de la habitación.

Entre tanto dolor quiero adivinar el triunfo paciente y escondido de la Vida y del Amor.

# Verán estos ruegos necesarios:

Señor, muéstranos tu rostro. Por quienes viven la indiferencia, que descubran en la fe respuesta a sus deseos y necesidades. Los cristianos que sufren, que encuentren fuerza para permanecer fieles. Quienes temen a Dios, que descubran su misericordia y confíen.

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* Imagen: Vitral, El Ángel de la Sabiduría, «El Señor te ayudará a comprenderlo todo».

Podrán leer sobre el tema en «Creer», una colección de entradas, pdf.

Pasión en verso

# Tiempo de cruces y pesares, ahora además para muchos. En la pena importa hablar a solas con la cruz y el crucificado, reconocer la propia impotencia para ‘desclavar’ y quitar cruces. Viene al recuerdo la copla de Antonio Machado que cantará Joan Manel Serrat:

«Dijo una voz popular:
¿Quién me presta una escalera
para subir al madero
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?»

# Para los días que vienen ofrece aquí su poema doloroso Juan M. Llopis, interpelación y súplica. Por ese Cristo, esos cristos, que estos días y cada día pasan por nuestro lado.

«Los soldados se juegan a los dados
tu túnica sagrada
y desean tu muerte, confiando
poder marcharse a casa.

Ellos no te conocen.
De Ti no saben nada.

Un año, dos mil años esperando
la mano amiga, que quiera desclavarte,
y arranque del madero el duro clavo,
para cargar tu carga y aliviarte.

Unos no te conocen.
Otros no hacemos nada.

Conozco, señor, tu sufrimiento,
quiero coger tu cruz ensangrentada
y aligerarte, con mis manos, de su peso.
Mas pasas por mi lado y… no hago nada.»

( Ver nuestro post «Tiempo de pasión» )