Verán unas preguntas en forma de poesía. Una confesión de inquietudes al final de la vida, de amistad sincera entre el alma y Jesucristo, al encuentro con el Señor del alma.
– Vida y Luz para cuantos creyeron en Él, en sus manos pusieron su vida y su misma muerte; no quedarán defraudados.
– El poema quedó en anónimo, será así poesía de todos, nos expresa y acompaña.
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¿Quién me cerrará los ojos
en la tarde de mi vida,
y poderlos abrir en el amanecer de Dios?
¿Quién me indicará el camino
sino tú, Jesús?
¿Quién transformará mi cuerpo
en cuerpo de luz,
arrancado de todo morir?
¿Quién me vestirá de blanco
en el umbral de la fiesta?
¿Quién me ínvitará a las bodas?
Tú, que has marcado mi frente
con el sello de la alianza,
y me has llamado con un nombre nuevo.
Eres tú, Jesús, que me has cubierto con tu ternura,
tú que me acercas al Padre;
eres tú, Jesús, que colmarás mi esperanza.
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(a) En comentario vean el fundamento cierto de nuestra esperanza, por J.H. Newman, compartimos el Espíritu divino, su misma vida.
(b) Unas líneas del evangelio de san Juan confirmarán la promesa, llenando de contenido la esperanza:
- «En verdad el que cree en mí tendrá vida eterna… Aquí tienen el pan bajado del cielo, el que coma de este pan vivirá para siempre» (c.6)
(c) Miguel de Unamuno mandó preparar su lápida dos semanas antes de morir. En su tumba de Salamanca estos versos:
- “Metedme, Padre Eterno, en tu pecho, misterioso hogar, dormiré allí, pues vengo deshecho del duro bregar”
(Imagen: Atardecer, Dubrovnik, Croacia)











